Universo de locos.

Universo de locos.

Keith Winton es editor adjunto de una revista pulp de ciencia ficción. Su vida transcurre entre corregir manuscritos llenos de batallas espaciales, héroes musculosos y villanas enfundadas en trajes diminutos. Cínico respecto a las exageraciones del género, se ve de pronto catapultado —literalmente— a un universo alternativo tras un accidente durante una prueba de cohete experimental.

Cuando recupera el conocimiento, descubre que está en una versión “real” de esos mundos pulp que tanto ha leído… pero con todas las reglas y absurdos del género funcionando como leyes físicas y sociales. Aquí, los terrícolas viajan con facilidad a otros planetas, las guerras interplanetarias son habituales, y el propio Winton parece ser una figura reconocida: un intrépido piloto y héroe de aventuras galácticas, envuelto en conspiraciones alienígenas y romances fulgurantes.

El problema: él no sabe pilotar naves, no entiende la política interplanetaria y apenas puede manejar una pistola de rayos sin acabar hiriéndose. Mientras intenta adaptarse, debe sobrevivir a enemigos que lo dan por su rival mortal, resistir las atenciones —a veces peligrosas— de seductoras espaciales, y encontrar la manera de regresar a su realidad original.

Brown aprovecha la premisa para parodiar con ingenio los estereotipos de la ciencia ficción de la época: héroes invulnerables, damiselas hipersexualizadas, tramas simplistas de buenos contra malos y tecnologías absurdas que siempre funcionan a favor del protagonista. El resultado es una novela que funciona como aventura, sátira y comentario metanarrativo sobre la distancia entre la “fantasía pulp” y la realidad, incluso si esa realidad es otra.

Universo de locos es de esas novelas que, aunque nacen como parodia, acaban siendo un homenaje.

Fredric Brown logra un equilibrio muy difícil: por un lado se ríe de los clichés de la ciencia ficción pulp —las batallas espaciales imposibles, las heroínas que parecen salidas de portadas exageradas, los villanos que monologan demasiado—, y por otro, se nota que siente afecto por ese mismo material. No es una burla cruel, sino un guiño cómplice a los lectores que crecieron con ese tipo de historias.

El ritmo es rápido, lleno de giros absurdos pero coherentes dentro de su universo. Hay un humor inteligente que no depende de chistes obvios, sino de la situación misma: un hombre corriente, que edita historias exageradas, atrapado en un mundo donde esas exageraciones son leyes naturales.

Como punto débil, si uno no está familiarizado con el pulp de mediados del siglo XX, algunas bromas y referencias pueden pasar inadvertidas. Pero incluso así, la trama sigue siendo disfrutable como aventura ligera.

En resumen: es ingeniosa, autoconsciente y divertida, especialmente para quienes aman (o han amado) la ciencia ficción más kitsch, pero también saben reírse de ella.

Fredric Brown (1906 – 1972) fue un escritor estadounidense conocido por su versatilidad y por su capacidad de moverse entre varios géneros: ciencia ficción, misterio, policiaco y humor absurdo.

Nació en Cincinnati, Ohio, y trabajó en múltiples oficios antes de dedicarse por completo a escribir: corrector de imprenta, tipógrafo, e incluso inspector de autobuses. Esa experiencia variada le dio una perspectiva muy “terrenal” que luego impregnó su obra, incluso la más fantástica.

Es famoso por:

  • Relatos cortos: tenía un talento especial para cuentos con finales sorpresivos o giros irónicos. Muchos eran muy breves, casi microcuentos, pero contundentes.
  • Novelas de misterio: como The Fabulous Clipjoint (1947), que ganó el premio Edgar.
  • Ciencia ficción humorística: además de What Mad Universe, destacan Marciano, vete a casa (Martians, Go Home!, 1955), otra sátira muy celebrada.
  • Habilidad para combinar humor y suspense: algo poco común, porque lograba que la comedia no restara tensión, y que el misterio no apagase el ingenio.

Su estilo se caracteriza por diálogos ágiles, narración sin relleno, y una tendencia a “romper la cuarta pared” o jugar con las expectativas del lector. Murió en Tucson, Arizona, en 1972, dejando una obra breve, pero muy influyente, especialmente entre autores que aprecian la ciencia ficción autorreferencial y el humor inteligente.

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Ricardo Soto García es un escritor de ciencia ficción que empezó su andadura en el mundo literario en 2022 con la pequeña novela The mind reader, donde describe su visión sobre el futuro y lo que ocurrirá cuando la tecnología evolucione para poder utilizar los dispositivos electrónicos con la mente. En ella no solo descubre una visión innovadora en algunos aspectos, sino que, además, indaga y bucea en la conciencia humana para desentrañar cómo dicha conciencia está en una eterna lucha entre el bien y el mal. Ha continuado su camino como escritor con Aurora, otra novela de ciencia ficción enmarcada también en una visión futurista, que cuenta cómo evolucionará la inteligencia artificial y su impacto social. En esta novela también describe los conflictos morales que nos desnudan como seres humanos, dejando a la vista las costuras de la sociedad.

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